Ciencias y Tecnologías de la Sustentabilidad Carlos Amador Bedolla

Martes, 22 de Dic de 2015

por: Anónimo

Ciencias y Tecnologías de la Sustentabilidad  Carlos Amador Bedolla. Imagen Miniatura

Doscientos años de modernidad han tenido el doble efecto de llevarnos al punto de mayor progreso en nuestro desarrollo como especie y, simultáneamente, al punto en que la permanencia de estos avances se encuentra amenazada desde múltiples direcciones. La ciencia y la tecnología de la sustentabilidad se plantea como un proyecto de realización racional de una propuesta de paradigma alternativo. Su aplicación efectiva requiere un cambio radical, y no solo modificaciones cosméticas, en la dirección de las actividades humanas. La reciente idea del espacio operativo seguro, digno y justo para la humanidad muestra claramente la dirección necesaria. 

Introducción

Desarrollo sustentable es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. (Comisión Brundtland, 1987) 

No hay duda, el camino que hemos seguido como especie -y particularmente el que hemos seguido en los últimos doscientos años- es insustentable porque no satisface las necesidades del presente y compromete la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. La evidencia de lo primero es múltiple, dolorosa y está muy bien documentada. Una limitada lista de necesidades insatisfechas incluye la evidencia de que por arriba de cierto ingreso la obtención de mayor riqueza deja de contribuir a la felicidad [Kahneman y Deaton, 2010]. La distribución del ingreso es muy inequitativa -en el mejor de los casos se estima en 1400 millones el número de seres humanos que viven con menos de 1.25 dólares al día [The World Bank, 2013]-, así como lo es el acceso a la alimentación [FAO, 2013], la educación [Barro y Lee, 2010], la justicia [Solt, 2009], etcétera. La evidencia de que estamos comprometiendo la habilidad de nuestra especie para satisfacer sus necesidades en el futuro tiene también una larga lista que se ha resumido eficazmente, por ejemplo, en la idea de las nueve fronteras planetarias [Rockström et al., 2009] que incluyen el cambio climático, la acidificación del océano, el consumo de agua dulce y la pérdida de la biodiversidad, entre otros. 

La discusión de los efectos que pueda tener el camino que seguimos es tan antigua como la Historia, particularmente en lo que atañe a la satisfacción de las necesidades del presente -la equidad intrageneracional. La atención a la conservación de las posibilidades de generaciones futuras de satisfacer sus necesidades -la equidad intergeneracional- es más reciente y dirige inevitablemente a los textos de Malthus [Malthus, 1798] y Carson [Carson, 1962]. En los últimos años, motivados principalmente por el reconocimiento de los efectos del calentamiento global -los diez años de mayores temperaturas de la historia moderna han ocurrido de 1998 a la fecha-, la asignación de sus causas a la generación de gases de efecto invernadero (GEIs) -el crecimiento continuo de la concentración de CO2 en la atmósfera se ha medido con precisión desde 1956 y alcanzó momentáneamente, por primera vez en milenios, 400 ppm en 2013 [Mauna Loa Observatory, 2013]-, la evidencia de que la principal contribución a la generación de GEIs es antropogénica -la combustión de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) genera el 88% de la energía que emplea la humanidad- y la discusión criminalmente eficaz -por el tiempo que le ha hecho perder a la humanidad atender estos problemas- por parte de quienes niegan esta evidencia incontrastable, el tema de la sustentabilidad se ha vuelto un tema central en la investigación científica de ambientalistas, ecólogos, geocientíficos y algunos otros investigadores. Esta discusión ha alcanzado muchos intentos de difusión masiva al público en general, a través de libros, revistas, conferencias y cursos. A pesar de esto, el tema de la sustentabilidad no ha alcanzado todavía un solo efecto real que modifique globalmente el camino que seguimos los humanos, aunque hay que reconocer algunos logros locales.

Pero de manera todavía más interesante, en los últimos diez o veinte años, se ha vuelto la atención al tema de la sustentabilidad holística -por llamarla de alguna manera- que atiende no sólo los problemas generados por la actividad humana en el ambiente, sino también las carencias de esta actividad en la satisfacción de las necesidades de la propia humanidad en su conjunto; y estudia estos problemas y sus consecuencias tanto para la época actual -intrageneracionalmente- como para el futuro de las generaciones por venir -intergeneracionalmente-. Esta ciencia de la sustentabilidad, como se ha dado en llamar, es necesariamente interdisciplinaria, y requiere la participación de todas las disciplinas actuales de la ciencia y la generación de nuevas disciplinas que integren el conocimiento actual y contribuyan a generar el conocimiento nuevo que permita atender nuestra situación de maneras necesariamente distintas a las conocidas, toda vez que las herramientas del presente son las que hemos utilizado para meternos en este embrollo actual. 

En la sección 2 presento una pequeña digresión sobre el peligro de que los esfuerzos mencionados sean incorporados a los paradigmas existentes y neutralizados de esa manera; la presentación incluye ejemplos de cómo las compañías más insustentables se arropan en el término de sustentabilidad y crean de esa manera la sustentablablablá, y una divertida caricatura que ilustra el problema. La reciente combinación de las fronteras planetarias, los límites ambientales que el desarrollo humano ha alcanzado y cuya superación pone en peligro la seguridad de nuestra especie, y el cimiento social requerido para garantizar el acceso de todo ser humano a la oportunidad de una vida digna y justa es presentado en la sección 3. Finalmente, a manera de conclusión, presento en la sección 4 un argumento enfático a favor de la aplicación general de las ciencias de la sustentabilidad. 

 

Es llamativo el esfuerzo de muchos autores por responder, racionalmente, a las sandeces irracionales que emplean quienes niegan la evidencia del cambio climático antropogénico. Por ejemplo, en su extraordinario libro Naturaleza en bancarrota: La desatención a las fronteras planetarias, Wijkman y Rockström [Wijkman y Rockström, 2012] dedican 20% de su trabajo a demostrar la irracionalidad de los “contreras”.

Se pueden mencionar los avances europeos en el empleo de energía sustentable, pero la realidad insiste en mantener mi pesimismo. Mi plan favorito, a pesar de su reciente batalla perdida, es el que propone el presidente de Ecuador al pedirle al mundo que financie con 3600 millones de dólares el desarrollo de su país a cambio de no extraer el petróleo del Parque Nacional Yasuní -en Amazonas. Luego de seis años, y de solo conseguir 13 millones de dólares, Correa anunció que su gobierno va a empezar a perforar. La reacción del mundo -y de quienes pueden juntar 3587 millones- nos dirá qué tan cerca estamos de tomar en serio la urgencia de sustentabilidad.

Sustentablablablá

Así se puede traducir la propuesta de Robert Engelman, director del Worldwatch Institute, en el primer capítulo de State of the World 2013: Is Sustainability Still Possible?, libro colectivo recientemente publicado por esa institución [The Worldwatch Institute, 2013].

Actualmente vivimos en una era de sustentablablablá, una profusión cacofónica de empleos de la palabra sustentable para indicar cualquier cosa, desde mejoras ambientales hasta “a la moda” […]

En la actualidad el término sustentable se inclina con mayor frecuencia a la conducta corporativa que se conoce comogreenwashing. Los medios están saturados de frases como diseño sustentable, autos sustentables, incluso ropa interior sustentable. Una aerolínea informa a los pasajeros que “el cartón empleado en este vuelo se ha tomado de una fuente sustentable”, mientras que otra informa que la nueva organización de sus vuelos basada en un “esfuerzo sustentable” ahorró suficiente aluminio en 2011 “para construir tres aviones nuevos”. Ninguno de estos comentarios ayuda a reflexionar sobre si es posible que la operación global de la aerolínea, o de la aviación comercial en sí misma, se pueda mantener a largo plazo en la escala actual. 

La palabra sustentablablablá se inventa para describir la apropiación del término sustentabilidad dentro de los paradigmas del estado actual de las cosas, y tiene el efecto de banalizar el término, restándole importancia y, sobre todo, urgencia. Como acostumbran, los caricaturistas describen la situación de mejor manera que cualquier texto, como se ve en la Figura 1. 

En cierto sentido, el abuso en el empleo del concepto de sustentabilidad favorece, desgraciadamente, su neutralización. Ese sector de la sociedad, que defiende el status quo y opina que el modelo de desarrollo seguido hasta la fecha funciona sin necesidad de modificaciones, ha sido tradicionalmente muy eficaz en sus campañas de desprestigio de estas propuestas. Éstas han incluido desde los rústicos ataques a Rachel Carson alrededor de 1962 -el hecho de no estar casada a pesar de ser físicamente atractiva fue causa suficiente para decir que “probablemente era comunista”- hasta la caracterización de los ambientalistas como tree huggers y de los proponentes de la imposibilidad del crecimiento económico permanente como doomsayers. Y las campañas que, en un ánimo mucho más simpático y, quiero creer, por razones distintas incluyen la canción de Talking Heads.